miércoles, 21 de marzo de 2012

LAZOS DE AMOR EN EL TIEMPO

                                                  

                                                            

                                        

                                                                   Primera Parte                     
                                                    
                                                       Dos continentes, dos almas

                                                                Capítulo 1

Rodrigo Saavedra contempló a los hombres que cabalgaban junto a él, las ropas desgarradas hechas harapos, tiritando de frío y casi muertos de hambre. Vio que algunos tenían los zapatos rotos, otros estaban descalzos, dejando a la vista los muñones de los dedos que se habían caído congelados por el frío. Los vio caminar agotados y con dificultad por el camino lleno de guijarros pequeños de bordes afilados que destruían las suelas de los zapatos y las herraduras a los caballos.

Miró la cordillera y sus altas montañas cubiertas de nieve y fue inevitable, no pudo dejar de pensar que más que expedicionarios, que más que conquistadores, parecían una banda de pordioseros y mendigos. Fue entonces que tuvo una revelación: En la vida cotidiana de las gentes y de los pueblos suceden hechos en los que la frontera que separa lo real de lo fantástico es sutil y difusa, tan desdibujada que hace pensar que la barrera entre estas realidades no existe, que lo real es tan extraordinario y fantástico que puede dar la sensación de irrealidad. Pero el frío que le entra por todos los rincones de la piel y el hambre que le retuerce el estómago, le dicen que lo que está viviendo es real y que él es uno de los 50 hombres que acompañan a Don Diego De Almagro, desde que salió del Cusco el 3 de Julio de 1535.

Tenía 28 años de edad, piel blanca, ojos azules, pelo castaño, alto y delgado. Había dejado Castilla atraído por las promesas de fortuna que según todas las historias que había escuchado, era abundante en el nuevo continente.

Los expedicionarios avanzaron por la cordillera rumbo a Chile, en busca de las riquezas y el oro, del prestigio y la fama. Atravesaron todo el territorio de lo que hoy es Bolivia, van contentos y esperanzados.

Rodrigo no podía dejar de pensar en Rocío, con la que hacía un tiempo que estaba de novio. Por ella había emprendido la aventura, para hacerse de riquezas, prestigio y fama, regresar a Castilla y casarse.

En la travesía veía la oscuridad y las estrellas titilando en el firmamento, sentía las soledades del silencio, miraba a su alrededor, veía a sus compañeros de expedición cansados y adivinó que al igual que él, estaban pensando en sus familias, en el recuerdo de sus seres queridos, garras de la soledad y la nostalgia que apretaban con fuerza sus almas, pero las riquezas prometidas les daban fuerza para seguir sobreviviendo la travesía.

El inesperado arresto del Inca Manco Cápac II por Juan Pizarro, le trajo problemas a Almagro, por lo que se vio obligado a detenerse en Moina hasta el 20 de ese mes. Después los expedicionarios siguieron alejándose para seguir por un camino llamado camino del Inca, según lo que habían oído. Recorrieron el área occidental del lago Titicaca y cruzaron el río Desagüero.

Ahí se encontraron con Saavedra, a quién Almagro había enviado a un puesto de avanzada, en un poblado llamado Paria. Aquí logró reunir a 50 españoles más, que pertenecían al grupo del capitán Gabriel de Rojas; éstos, cegados por el deseo de riquezas, decidieron abandonar a su jefe y acompañar a Almagro. En total éste reunió aproximadamente 150 hombres, siguieron el camino pero tuvieron que detenerse cerca del lago Augullas. En él permanecieron todo agosto en espera del derretimiento de las nieves de la cordillera de los Andes.

Los hombres estaban inquietos y descontentos porque veían que la expedición a Chile se retrasaba y las cosas no estaban saliendo como habían pensado.

Después de estos contratiempos se dirigieron a Tupiza, aquí se encontraron con los Incas Pablo Inga y el Villac-Umu, que tenían en su poder el oro recolectado por los tributos de la región, y con tres españoles que los acompañaban. Los tres españoles, mientras esperaban a Almagro se habían dedicado al pillaje, asaltando una caravana con oro. Cuando éste llegó le mostraron el oro y le dijeron que la caravana venía de Chile.

Almagro y los expedicionarios vieron el oro, olvidaron todos los padecimientos de la marcha y siguieron adelante, con bríos renovados.

En Tupiza se detuvieron dos meses esperando la llegada de las tropas. Estando aquí Almagro recibió noticias que lo dejaron sumamente preocupado. Se enteró que había arribado a Perú el obispo de Panamá, fray Tomás de Berlanga. Éste traía poderes para dirimir el conflicto de límites entre los conquistadores. Los amigos de Almagro le solicitaron que volviese para defender mejor su causa, pero Almagro quería ir por la riqueza chilena, por lo que continuó su marcha.

Durante la expedición a Chile se siguieron presentando más dificultades, el Villac-Umu se escapó de la expedición con todos los porteadores y volvió al norte. No obstante, Almagro y sus hombres siguieron adelante, pues aún contaban con Pablo Inga. Dado que los porteadores se habían escapado, los españoles tuvieron que tomar otros forzosamente, para poder transportar los avituallamientos. Esto causó más de un conflicto con los naturales. Incluso hasta el mismo Almagro estuvo a punto de perecer a manos de un indígena, quien lanzó una flecha, errando e hiriendo al caballo, el que cayó encima suyo y le causó serias heridas.

Tuvieron que afrontar más dificultades, incluyendo la pérdida de bagaje en manos indígenas. Finalmente llegaron al norte de Salta, a Chicoana, el último paso antes de atravesar los Andes. Los deshielos habían comenzado y encontraron crecido el río Guachipa, se demoraron todo un día, ya que tuvieron que atravesarlo a pié y significó la pérdida de llamas y la deserción de los porteadores, quienes aprovecharon la coyuntura para huir. A pesar de todos estos contratiempos veían en el horizonte la fama, las riquezas contenidas en el oro de Chile, ésto renovaba sus bríos haciéndoles olvidar los padecimientos de la marcha.

Los españoles, más algunos yanaconas comenzamos a transmontar las primeras alturas de la cordillera de los Andes, en el avance sufrieron muchas penalidades, caminaban agotados por el frío y el congelamiento de las manos y pies y por la dificultad de ese suelo lleno de guijarros pequeños que tanto daño les hacían a su calzado y a sus caballos. El gélido clima de la cordillera mató a gran parte de los indios yanaconas que no tenían la ropa adecuada y andaban a pie desnudo, dejando en la ruta un sendero de muerte. Rodrigo vio que a algunos de sus amigos, cuando se quitaban las botas, se les caían los dedos de los pies, congelados.

Tras algunas semanas, los expedicionarios dejaron atrás la cordillera y su clima. Almagro junto con el resto de los hombre que habían sobrevivido al hambre y al frío en la travesía, siguieron el viaje hasta llegar a los valles, ahí encontraron víveres, comida en cantidades insuficientes. Tenían un hambre terrible, quizás por eso toda comida les parecía insuficiente. También se encontraron con aborígenes de esa zona. Se prepararon para luchar pero éstos no les opusieron resistencia.

Siguieron la expedición, llegaron hasta lo que hoy son las provincias de Aconcagua y Santiago. Ahí se encontraron con Gonzalo Calvo, un aventurero español y renegado de Pizarro que hacía años estaba radicado en Chile, y previendo la llegada de los españoles, había aconsejado a los habitantes aborígenes, que no temieran de éstos que algún día llegarían, pues traían buenas intenciones. Fue por eso que a la llegada de Almagro al valle, no opusieron resistencia. Sin embargo, lo que Gonzalo Calvo no sabía, era que Almagro traía un indio de intérprete a quien llamaban Felipillo. Éste conocía las malas intenciones, ya que tenía en su memoria todas las conversaciones que por las noches había escuchado de boca de los españoles, cuando hablaban de su pueblo de origen, de la familia y también de las riquezas y del oro que en Chile los estaba esperando, y que harían lo que fuese necesario para apoderarse de ellas. Por eso y sin que los expedicionarios se dieran cuenta, apenas pudo, puso en conocimiento de los indios todo lo que sabía y les recomendó atacarlos o huir de ellos.

Los indios lo escucharon y le hicieron caso, y aunque no se atrevieron atacar, los hombres de Almagro notaron que los miraban con desconfianza y recelo.

Pasó la noche y al nuevo día el capitán Almagro comenzó a llamar al indio Felipillo, pues había echado de menos a varios yanaconas. Felipillo no aparecía por ninguna parte, fue entonces cuando se dieron cuenta de que él, al igual que varios yanaconas habían escapado, aprovechando la oscuridad de la noche.

Almagro envió a unos hombres a que los persiguieran. Suponía que habían tomado el camino del norte. Felipillo finalmente fue atrapado y como escarmiento, fue descuartizado frente a todos.

Pasaban los días y el territorio que Almagro esperaba encontrar lleno de riquezas no cumplía ni sus más mínimas expectativas, esto le causó una gran desilusión, rabia y amargura, por lo que decidió enviar una columna de 70 jinetes y 20 infantes dirigida por Gomes de Alvarado para que explorasen el sur del territorio. Rodrigo era unos de los 70 hombres. Avanzaban con toda la precaución del mundo, eran sabedores de la leyenda de que al sur del territorio de Chile vivía una tribu, un pueblo muy valiente, que ni los Incas habían logrado vencer y someter. Iban en columna casi pegados el uno al otro, avanzaban cautelosos, adentrándose en el temible territorio mapuche.

Cuando la columna llegó al río Itata, tuvo lugar, en Reynogüelén, el primer enfrentamiento con los mapuches, los vieron venir a la carrera, gritando de tal forma que, más que de su presencia, los españoles se asustaron de los gritos, y de la fiereza y la valentía que vieron en sus ojos. Nunca habían peleado contra indios tan audaces y guerreros, pero la superioridad en número les permitió una fácil victoria frente a estos hombres muy valientes, pero que se asustaron o más bien se sorprendieron al ver el hombre montado a caballo como un solo ser.

El pueblo Mapuche era numeroso, vivía en armoniosa y vital relación con la tierra, toda su cultura estaba impregnada de ella. Conocían y nombraban las estrellas, los pájaros, las aves, los animales, los insectos, los peces del río y del mar. Tenían conocimientos sobre las plantas y árboles, y aún las piedras tenían sus nombres.

Llamaban a la Cordillera de los Andes, Pire-Mapu o Pirén, lo que en idioma mapuche significa tierra de las nieves, el territorio por excelencia de este pueblo. Esta gran muralla los mantuvo unidos, viviendo recostados sobre sus laderas y en ellas buscaban, y buscan aún en estos tiempos, los medios de subsistencia.

Los mapuches no tuvieron dioses, nunca erigieron un panteón. Creen en un mundo espiritual ligado al mundo tangible. Sus creencias religiosas se fundamentan principalmente en el culto y respeto a los espíritus de los antepasados, míticos o reales, Pillanes, Wangulén, Antu y Kuyén; a espíritus y/o elementos de la naturaleza, llamados Ngen y la interrelación con la Ñuke Mapu, la Madre Tierra.

Cuando se enfrentaron a esos seres barbados y enormes, recordaron las leyendas, presagios que por años y años le llegaban de tierras y pueblos lejanos. De los aztecas habían llegado historias que anunciaban el retorno del dios Quetzalcóatl, se produciría al final del reinado de Moctezuma y lo haría bajo la forma de un hombre blanco. Que antes de su llegada ocurrirían fenómenos naturales y catástrofes. Las ciudades serían destruidas y asoladas, y todos morirían. Que perderían todas las guerras y que otros hombres, con armas, se harán dueños de las tierras.

Estas profecías comenzaron a cumplirse a los tres años de la ascensión de Moctezuma al trono. En 1510 se sucedieron un eclipse de Sol y la aparición de un cometa. Al poco tiempo Hernán Cortés desembarcó en las costas de México. No pasó mucho tiempo hasta que los indígenas tomaron conciencia de que no era precisamente el dios que aguardaban.

También a los mapuches les había llegado presagios y profecías de los incas, éstas anunciaban fenómenos naturales: rayos, cometas y cambios en el color del Sol y la Luna. Y habían sabido que a poco de llegar los españoles hubo grandes terremotos y temblores de tierra, muchos más fuertes y mayores que todos los que hasta ese momento habían vivido.

Los incas esperaban también el retorno de un dios salvador, Viracocha. Por ello cuando tuvieron noticias de la llegada de Pizarro, muchos creyeron que era la esperada divinidad. Pero al igual que los aztecas los Incas pronto se dieron cuenta de que no era el dios ni dioses salvadores. Porque los dioses no matan, no roban, no asesinan.

Todo esto ya lo sabían los mapuches, por eso a la llegada de los expedicionarios de Almagro a la tierra de la Aracanía, se les enfrentaron con bravura y sin miedo.

Almagro, Rodrigo y los demás expedicionarios no encontraron en ninguna parte las riquezas y tesoros que buscaban. Sin oro y con tantos belicosos naturales, Almagro sólo pensó en regresar a Perú. Se vio entre la alternativa de volver a atravesar la cordillera, o dirigirse por el desierto. Iba a decidir volver por el mismo camino, pero a su recuerdo llegaron las terribles penurias sufridas por los pasos cordilleranos, recordó el frío, el hambre, las pequeñas piedras filudas como cuchillos. Fue entonces que respiró profundo y se decidió por la segunda opción. Almagro los reunió a todos, los miró a los ojos y con una actitud desafiante, para que nadie pusiera en dudas sus palabras, habló con voz dura y autoritaria: — Este país no nos dará fama ni gloria, además no hay tesoros y riquezas, así que nos volvemos al Cusco.

Lo que Almagro no sabía, es que todavía le aguardaban una guerra con su antiguo compañero de aventuras, Francisco Pizarro y la prisión y la muerte a garrote un año después, por orden de este último.

El camino por el desierto de Atacama fue tan horroroso como la travesía por la cordillera, durante el día el sol era quemante y las noches eran tan heladas que el frío les calaba los huesos. Durante la aventura tuvieron que enfrentarse a la hostilidad de los indígenas, tuvieron que soportar el sol que los quemaba, tenían escasez de agua y alimento. Pero a pesar de todas las peripecias, fue mejor que el camino por los Andes.

Almagro veía a sus hombres casi muertos de sed en el día y delirando de tanto calor, y por las noches casi muertos de hambre y de frío. Los oía hablar entre ellos y también, cuando en sueños, algunos lo hacían con sus familiares, con sus seres queridos. Había quienes hablaban con la muerte, a veces desafiantes, diciendo: — ¡Llévame de una de una vez por todas, hija de puta!— a veces, rogando, suplicando: —no me lleves sin antes de volver a ver a mi novia, a mi madre, a mis hijos—

Fue entonces que decidió algo para aliviar las penas y darles por lo menos una ilusión, en un acto de reconocimiento al sacrificio hecho en la expedición, y considerando que no fueron recompensados con oro y riquezas, decidió perdonar las deudas que sus soldados habían contraído con él, destruyendo todas las escrituras que los comprometían.

Caminaban en grupos pequeños de no más de 10 hombres, haciendo jornadas de 20 kilómetros cada día, durante el día se refugiaban bajo la sombra de los tamarugos en la Pampa del Tamarugal y caminaban de noche.

Arribaron a Perú a comienzos de 1.537, llegaron agotados y desechos al Cusco. Almagro contaba a todo el mundo las penalidades que habían pasado, los peligros que habían corrido. — ¿Y para qué?— les preguntaba, — ¿Tanto sacrificio para qué? — Luego con una sonrisa sarcástica terminaba diciendo: — ¡Llegamos más pobres que cuando salimos!

En 1539 Pedro de Valdivia, experimentado soldado procedente de los tercios de Flandes e Italia que había participado en numerosas luchas libradas en campos de batallas en Europa y América, solicitó a su capitán y gobernador Francisco Pizarro autorización para realizar una expedición a Chile. Veía en la expedición la oportunidad de probar fortuna y alcanzar la gloria perseguida en tantos campos de batalla.

Pizarro lo nombró teniente gobernador, autorizándolo a una expedición a Chile. Pero dejó en sus manos juntar las fuerzas y el financiamiento. Para esto último Valdivia se unió con el comerciante Francisco Martínez y con el capitán Alonso Monroy, teniendo que aceptar además a Pedro Sánchez de la Hoz.

                                                             Capítulo 2

Con el título de teniente gobernador y la autorización para la expedición a Chile, Pedro de Valdivia comenzó a reclutar hombres. Pero se vio ante una dificultad: después de la expedición de Almagro, nadie quería ir a Chile, ya que éste y sus hombres llegaron pobres y en tal estado físico, que desde ese día en que lo vieron entrar al Cusco, cansados, destrozados, rotos y casi muerto de hambre y de sed, a todos quienes vinieran de esas tierras se les llamó los "rotos de Chile". Por eso cuando, casi cuatro años más tarde, Pedro de Valdivia comenzó a organizar la expedición, Chile era considerada una tierra maldita y de mala suerte. Consiguió solo once soldados para su hueste, una mujer, Inés Suárez, y unos mil indios auxiliares,

Por esa época Rodrigo andaba desilusionado porque había recibido la noticia de que Rocío se había casado. Se conocían de toda una vida, fueron amigos desde que eran niños y en los años juveniles fueron inseparables, un día, casi sin darse cuenta, se hicieron novios. Llevaban un año de noviazgo cuando Rodrigo comenzó a hablar de irse al nuevo mundo, hacerse de fama y fortuna, regresar a Castilla y casarse. Cuando Rodrigo le contó a Rocío su intensión de marcharse, vio como su cara se iluminaba y los ojos le brillaban. En ese momento no interpretó el rostro de su novia, lo hizo, sin embargo, algunos años después, mientras leía su primera y última carta y llegó a su memoria esa imagen.

Cuando su Rocío se enteró del fracaso de la expedición y de que Rodrigo no había encontrado ni la fama ni el oro prometido, le dijo a sus padres que ella no iba a envejecer esperándolo, lo mismo le hizo saber a él en esa carta, que le llegó 1 año después, la cual le anunciaba además que se había puesto de novia y que dentro de unos meses se casaría.

Rodrigo no podía olvidar a Rocío, le dolía saber que se encontraba tan lejos de su tierra, de sus padres y familiares por querer darle bienestar, además de su amor. Durante todo ese tiempo tuvo la compañía de su amigo, Juan Infante, quién lo consolaba diciéndole que se olvidara de ella, que no valía la pena recordarla, ya que su amor no había sido suficiente como para esperarlo. – ¡Ya llegará el día en que conocerás a una mujer que te amará con toda el alma!– repetía Juan para darle ánimo.

Juan había venido a América con Rodrigo, por un lado para olvidar a la mujer que amaba, a la cual sus padres habían enviado a Paris para separarla de él; y por otro lado porque su alma estaba llena de aventuras leídas en libros. Más que fortuna, lo que a Juan le interesaba era la fama y los desafíos del nuevo mundo. Rodrigo y Juan eran como hermanos, vivían en la misma calle, jugaron juntos, juntos enfrentaron las peleas con otros niños y en los años de adolescentes fueron cómplices y compañeros de aventuras amorosas. Se parecían bastante, tenían la misma edad, la misma estatura y casi el mismo aspecto físico, por lo que muchos creían que eran hermanos.

Sólo se diferenciaban en su forma de ser, Rodrigo, más apegado a la tierra, ayudaba a su padre en las labores de siembra, regadío y cosecha. Le gustaba la naturaleza, caminar, y cabalgar en su caballo negro azabache. No tenía grandes ambiciones, salvo tener su propia tierra en dónde construir una casa, criar animales y dedicarse a la agricultura. En cambio Juan Infante era un hombre más sensible, no sólo contemplaba la naturaleza sino que trataba de entenderla y de expresar lo que en ella veía. Le gustaba leer. Estando todavía en España, llegaban a sus manos los más diversos libros a través de su tío Pedro que era comerciante y viajaba frecuentemente a otras ciudades y se los traía de cada viaje. De esa manera Juan Infante fue cultivando su alma con novelas, libros de poesía, de filosofía, historia, de pintura. Y sin darse cuenta llegó a ser un hombre culto, lo que le permitía mantener conversaciones sobre diferentes temas con la gente más cultivada del pueblo.

Fue así como conoció a Leonor Del Río, hija de un acaudalado comerciante, ella desde que lo vio quedó prendada de sus ojos verde miel, de su pelo castaño, de su forma de expresar su mundo interior y circundante, sabía que le faltaba en fortuna, pero tenía de sobra sensibilidad, conocimiento y cultura. Cada vez se fueron encontrando con mayor frecuencia, se les veía caminar juntos por el paseo del pueblo, o sentados en la plaza. Con ella, Juan Infante vio las primeras obras de teatro, escuchó los primeros conciertos. Sentía como Leonor se hacía cada día más importante en su vida. Ella, por su parte ella conoció más de cerca la vida de la gente sencilla, de origen más humilde, como Juan Infante, que además de estudiar ayudaba a sus padres en las labores de la tierra.

Entre ambos nació una amistad que a medida que pasaba el tiempo fue dando paso al amor. En esos días, Juan Infante escribió su primer poema de amor, cuando se lo leyó a Leonor, ésta emocionada hasta las lágrimas, le confesó:

– ¡Es el regalo más hermoso que me han hecho en la vida! No imaginaba a mi cabello como los rayos del sol posados en las espigas del trigo, ni a mis ojos reflejando el azul del cielo, ni a mi boca como a una manzana madura. Es mágico sentir que en mis labios está la miel que pueda saciar tu sed, querido Juan.

Cuando terminó de pronunciar estas palabras, Juan se acercó y la besó, respondiendo con todo el amor y la ternura que tenía para ella en su alma.

Con el paso de los días y los meses el amor entre ellos era cada vez más grande. Pero se cuidaban de que nadie en el pueblo se enterara. Juan tenía intensiones de estudiar Artes-Filosofía o Humanidades-Lenguas, en la Universidad De Salamanca. Su tío Pedro había prometido pagarle los estudios, y creía que al estudiar en la Universidad, los padres de Leonor lo iban a aceptar.

Cuando se le contó a Rodrigo, éste se alegró mucho por él, advirtiéndole, sin embargo, que sería difícil que los padres de Leonor aceptaran la relación. Y así fue, al cabo de un tiempo y cuando los padres de ella se enteraron de los amores que tenían, sin pensarlo dos veces la enviaron a Paris a la casa de la tía de Leonor.

Así fue como Rodrigo y Juan emprendieron el viaje al nuevo mundo, algunos años antes.

Cuando Valdivia tuvo conocimiento de que Rodrigo había participado en la expedición de Almagro le pidió que los acompañara, porque quería contar con hombres curtidos en las marchas y en los combates con los indios. Él estuvo a punto de decirle que en el único combate en que participó fue tan solo una escaramuza, pero vio una segunda posibilidad de hacerse con fama y de riqueza y aceptó, no sin antes asegurarse de que Valdivia estuviera de acuerdo en que Juan Infante también formara parte de la expedición.

Pedro de Valdivia tras muchas dificultades finalmente logró reunir unos setenta mil pesos castellanos, que no era mucho dinero para la envergadura de la iniciativa, pues por entonces tan solo un caballo costaba dos mil. En cuanto a soldados, sólo once se enrolaron en la expedición.

En 1540, en el mes de enero, Valdivia salió del Cusco hacia Chile con cerca de mil yanaconas, los españoles eran unos 12, a lo largo del camino se les unieron más expedicionarios, como Francisco de Villagra y Francisco de Aguirre. Llegaron a ser 150 españoles.

La única mujer que los acompañaba, Inés de Suárez, había tenido que vender sus alhajas y todo lo que tenía para ayudar a los gastos de Valdivia. Iba en calidad de criada de éste. De Inés de Suárez, se decía que, cansada de esperar a su marido, un tal Juan Málaga, que había venido al nuevo mundo en 1528 rumbo a Panamá en busca de oro dejándola sola, y al no tener novedades de su paradero, decidió iniciar su búsqueda. Tras conseguir los permisos, en 1537, arribo a América, llegando hasta el Cusco, donde se enteró que su esposo había fallecido. Era una mujer de unos 34 años, muy atractiva, pero nadie se metía con ella porque tenía tras de sí la leyenda que traía la desgracia y la mala suerte, y porque según las malas lenguas estaba amancebada con Valdivia.

Pedro de Valdivia tomó la ruta del camino del Inca, que para Rodrigo era conocida, ya que fue la misma que usó Almagro cuando regresaron al Perú.

Rodrigo cabalgaba junto a Juan Infante, lo que hacía aliviar un poco la nostalgia que lo invadía cuando se acordaba de Castilla y de sus padres.

Luego de bordear el salar de Atacama llegaron a Copiapó, después la expedición continuó su travesía hacia el sur. En el mes de diciembre de 1.540 pasaron por los valles de Huasco, Coquimbo, Limarí, Choapa, Aconcagua y del Mapocho. En este último lugar, a orillas del río Mapocho, Valdivia encontró buenas condiciones para el emplazamiento de una ciudad, así el 12 de febrero de 1541, a los pies del cerro Huelén, se realizó la fundación de la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo. Don Pedro de Valdivia le cambió el nombre al cerro y lo rebautizó con el nombre de cerro Santa Lucía. Levantaron algunas casas de madera y paja, bodegas y una iglesia.

Por esos días Don Pedro de Valdivia mandó a Rodrigo con un destacamento expedicionario a ver los alrededores del lugar y buscar víveres. Rodrigo iba a la cabeza de la columna, los demás iban conversando distraídamente. Él, teniendo la experiencia de las escaramuzas con los indios, iba atento, mirando hacia adelante, hacia los lados y hacia los arbustos y los árboles.

De pronto la vio, ella también los había visto desde lejos y corrió a esconderse entre los arbustos, Rodrigo se dio cuenta que nadie más había reparado en su presencia. Mandó a los soldados que siguieran y que lo esperaran a diez metros de distancia. No se atrevió a quedarse solo, ya que temía que en cualquier momento podían aparecerse los indios.

El camino era ancho con grandes árboles y muchos arbustos a ambas orillas, se acercó al lugar en el cual la había visto esconderse, sólo esperaba que no se asustara. Pensando en esto, Rodrigo se acercó más aún a los arbustos, entonces la encontró. Se llevó la mano a los labios en señal que no dijera nada, ella temerosa levantó la vista y fue entonces que sus miradas se encontraron por primera vez y en ese preciso momento Rodrigo comprendió que la vida, el destino y sus designios lo había llevado al Nuevo Mundo no para que encontrara fama y riquezas, sino que para que se encontrara con esa mujer que tenía ante sus ojos y que hacía que su alma se enterneciera y que su corazón latiera mas apresuradamente.

Cuando ella lo miró, él vio temor en sus ojos, pero no quitó la mirada y a medida que se contemplaban mutuamente sintió que su miedo desaparecía, había ahora inquietud y ternura, entonces ambos comprendieron que eran sus almas las que se estaban reflejando en sus ojos. Rodrigo se llevó una mano al corazón y luego, con esa misma mano le indicó el lugar en donde habían levantado la ciudad. Ella sin decir nada, dio media vuelta y se fue caminando lentamente sin temor y sin mirar hacia atrás, cuando llegó al término del camino levantó la mano e indicó una dirección que quedaba en la orilla opuesta del río, en la cual había unas rucas.

Rodrigo la vio alejarse, caminaba diferente a las mujeres que había conocido en el viejo continente. El ritmo de su cintura y su candencia al andar lo dejaron sin poder moverse por un instante. Había sobrevivido a las tormentas en alta mar, a los huracanes y ciclones del Caribe, a la travesía por la cordillera de los Andes, a la caminata por el desierto de Atacama, a días de sed y de calor infernal, al frío metálico de las noche, pero presintió que no iba a sobrevivir al ritmo y a la candencia de esa mujer al andar. Mientras ella se alejaba percibió que el lugar quedaba impregnado del sutil aroma de las flores. Cuando regresó, buscó a Juan Infante y le contó sus sentimientos y emociones, éste se quedó pensando un rato y luego mirándolo a los ojos le dijo – ¡Eso es amor, amigo mío!

Al otro día Rodrigo pidió autorización a Valdivia para ir a ver si por los alrededores, entre toda esa cantidad de árboles y arbustos había frutales, éste sabiendo de su experiencia anterior y confiando en su intuición lo autorizó, con este pretexto salió con algunos hombres, entre ellos su amigo Juan Infante.

Cabalgaron hasta el lugar donde la había visto el día anterior, no estaba en ninguna parte, continuaron hasta el linde del camino y una vez ahí, miró hacia el lugar que ella le había señalado. Pudo ver unas cuantas rucas y a orilla del río a unas indias que estaban lavando ropa. Rodrigo estaba ansioso por verla, no había dejado de pensar en ella un solo instante, se durmió con su imagen en el pensamiento. Desde la distancia no la podía distinguir entre todas las mujeres. Se emocionaba con solo pensar que ella estaba ahí y que bastaba cabalgar un poco para verla. Convenció a sus acompañantes de ir hasta ese lugar, diciéndoles que cuando llegaron los habían recibido con hospitalidad. Se acercaron a las rucas, unos ranchos cuadrangulares hechos de piedra, ramas y barro, con techos a dos aguas; vieron a unos niños jugando, los que al darse cuenta de su presencia, corrieron a esconderse en las rucas. No vieron a ningún hombre, solo algunos ancianos por lo que dedujeron que andaban cazando. Cuando las mujeres los vieron, dejaron de lavar la ropa y se levantaron asustadas. Una de ella los señaló con la mano y las demás se tranquilizaron. Cuando llegaron cerca, Rodrigo vio que, tal como se me imaginaba, la que los había señalado con la mano era la mujer que había visto el día anterior.

Febrero estaba por terminar, aún era verano, ella tenía el pelo largo y suelto y el rostro pintado. Vestía una túnica larga de colores vivos, que usaban las mujeres solteras, las casadas vestían ropas de colores pardos. Calzaba unas sandalias de cuero, también llevaba puestos brazaletes, aros y placas pectoral de metal. Rodrigo se bajó del caballo, lo mismo hicieron sus dos acompañantes. Juan Infante, se acercó al mismo tiempo que decía: — es muy bonita—.

Ella no se asustó, se sentó en el suelo, se quitó las sandalias y con los pies comenzó a jugar en el agua, lo mismo hicieron sus amigas, Rodrigo calculó que ninguna tenía más de 22 años. Ellos también se sentaron en el suelo pero no se atrevieron a descalzarse, ya que no confiaban del todo de la hospitalidad de los indios, más aún sabiendo que Valdivia había intentado imponer por la fuerza el catolicismo a los Toquis, jefes de los pueblos originarios.

Intentaron comunicarse, hablaban pero no se entendían, en realidad más que hablar se reían. El hecho de no entenderse les daba risa, no les parecía trágico. Fue entonces que Juan Infante, se acercó a Rodrigo y señalándolo dijo: —Rodrigo— Ella se quedó pensando, en su cara se veía el signo de interrogación. Rodrigo, llevándose un dedo al pecho repitió: — Yo Rodrigo, yo Rodrigo, yo Rodrigo— Ella se puso seria, después se quedó pensando un rato y luego comenzó a reír, sus amigas también reían, ellos no entendían el motivo de las risas. Luego ella repitiendo el gesto que le había visto hacer a él, dijo tres veces: —Yo Millaray, yo Millaray, yo Millaray—, y esta vez fueron los hombres los que comenzamos a reír. En eso estaban cuando sintieron voces, eran los hombres de la tribu que volvían. Entonces Rodrigo en un intento de comunicarse con Millaray, para quedar con ella en un próximo encuentro, señaló el sol con la mano, dibujó un círculo en el aire, luego extendió el brazo y proyectó la sombra del dedo grande hacia el centro de la mano, después con la mano izquierda señaló la sombra que marcaba la hora del día, ella miró, y luego como para mostrar que había entendido, lo tomó de la mano, se levantó y señaló el lugar donde se habían encontrado el día anterior. Rodrigo y sus acompañantes montaron en sus cabalgaduras y emprendieron el camino de regreso. Cuando pasaron delante de las rucas vieron algunos hombres, no notaron una actitud de hostilidad, pero si recelo en sus ojos.

Mientras volvían Juan miraba a Rodrigo de reojo. ¡Nunca lo había visto tan alegre y contento, ni siquiera cuando estaba de novio con Rocío! Él conocía ese sentimiento que veía reflejado en los ojos y el rostro de Rodrigo. ¡No podía ser otra cosa! Con dolor y nostalgia recordó a su amada Leonor.

Este hombre intrépido y valiente era a la vez tierno, sensible y soñador. Por eso sentía la alegría y felicidad que veía en su amigo como propia.

Después del primer encuentro Rodrigo y Millaray se siguieron encontrando a menudo, al principio, más que conversar, se comunicaban a través de la naturaleza, ella señalaba el agua cristalina del río y ambos se quedan contemplándola, a veces él le hacía un ramo de flores silvestres y ambos se quedaban extasiados contemplando los colores y percibiendo la fragancia y esencias. Un día él dibujó en la tierra dos corazones y una flecha que los unía, a lo largo de la flecha escribió: Rodrigo y Millaray, ella entendió el idioma del amor y desde el alma le respondió, dibujando el sol y la luna, copiándolo los unió con una flecha, y haciendo un gran esfuerzo escribió: Rodrigo y Millaray, luego se quedó contemplándolo a los ojos

Sin poder contenerse, Rodrigo la besó en los párpados, luego besó sus labios con toda la suavidad y la ternura del mundo. Fue como si sus almas se conectaran y fundieran. Sintió en esos besos emociones y sensaciones que jamás había sentido con ninguna mujer.

La vida seguía pasando, el tiempo fue pintando los días con un manto de colores cálidos, las hojas del calendario seguían cayendo: Febrero, Marzo, Abril... Fue a finales de Agosto, cuando la primavera se asomaba con la timidez de los primeros días, que se unieron en cuerpo y alma, en un acto de amor inolvidable para ambos y que iba a perdurar en ellos hasta el último suspiro. Siguieron viviendo el amor cada vez con más frecuencia. Llegó el día en que sentían en que no podían vivir el uno sin el otro.

Pero los acontecimientos se precipitaron. Había problemas, algunos soldados españoles se habían sublevado, querían volverse al Perú. En Concón los indios cansados de los malos tratos también se sublevaron. Ya no podían encontrarse. Rodrigo estaba preocupado, no quería que Millaray pensara que él solo quería hacerla suya.

La situación se complicaba cada día más para los españoles lejos de Santiago Del Nuevo Extremo. Había problemas en Cachapoal, un lugar al sur de Santiago. Los indios habían reunido un ejército y Valdivia había partido hacia allá con 90 jinetes, entre los que estaba Juan Infante, dejando 50 en Santiago para defender la ciudad.

Rodrigo era uno de ellos. Los 32 jinetes y 18 arcabuceros, al mando del teniente Alonso Monroy tienen malos presentimientos, el Cacique Machimalongo puede atacar la ciudad, está envalentonado con los sucesos de la playa Concón, y ha llegado el rumor de que está formando un ejército. Se puede dejar caer en cualquier momento. En la madrugada del 11 de septiembre, mas de 7000 mil indios, resguardados por la misma empalizada que protegía la ciudad, atacan, arrojan nubes de flechas y piedras, eran miles de flechas, apenas lograban esquivarlas, resistieron hasta el alba, llegó el día y con la luz consiguieron contrarrestar el ataque, pero los indios son muchos, lanzan flechas con fuego, los ranchos de pajas comienzan a incendiarse, Rodrigo ve a Inés de Suárez que está hablando, mas bien está gritando, va vestida con una celada y espada en mano va a una jaula en donde mantenían a unos caciques presos por lo de Concón. Los caciques gritan desaforadamente mientras los españoles están batallando. Inés de Suárez, junto a quienes custodiaban la jaula, entra resuelta y si vacilar decapita a dos de los siete caciques personalmente y arroja sus cabezas por encima de la empalizada. Ésto desconcertó a los atacantes, momento que los españoles aprovecharon para realizar una carga a pie y caballería, arrollando a los indios.

Rodrigo está herido de muerte: tiene una flecha cerca del corazón, y otra en el estómago, piensa en Millaray. Herido como está, ya no puede seguir batallando. Se arrastra como puede a una casa, busca refugio para salvar la vida y poder ver nuevamente a su amada. Unas flechas incendiarias caen en el techo de paja de la casa, todo se llena de humo, el techo cae, los enseres de la casa comienzan a incendiarse, todo es humo y calor, no resiste, siente que su cuerpo se quema, que ya no puede respirar. Ve una luz intensa y va su encuentro, se aleja del lugar y ve que han logrado controlar el incendio y que los indios se alejan del lugar, ve el río, los árboles y las rucas de los indios, de pronto se da cuenta que todo lo está viendo desde las alturas. Es entonces que toma conciencia de que está muerto. Siente pena y angustia, piensa en Millaray, sabe que no la verá mas, desea despedirse de ella.

Su espíritu se transporta al lugar en el que solían encontrarse, ¡ahí está!, camina inquieta de un lugar a otro, ¡él está muerto, ella no podrá verlo!, entonces comienza a bajar hasta estar a su altura. Millaray se lleva una mano a la boca en un gesto de asombro, la otra al corazón. Hay dolor, angustia, ha presentido en el alma que su amado ha muerto. Se arrodilla, levanta las dos manos hacia el sol, grita de dolor y sus ojos se llenan de lágrimas, lágrimas que se deslizan por las mejillas, caen a la tierra y como canales diminutos, se prolongan hasta las hierbas y los arbustos. Rodrigo ve sorprendido, que como por arte de magia, en los pequeños surcos que formaron las lágrimas, nacen flores de todos los colores, que emanan esencias y perfumes que invaden todo el lugar. Millaray junta flores y hace un ramo enorme con ellas, luego regresa a donde percibe la presencia de su amado, con una mano tiene las flores pegaditas al pecho, extiende la otra mano buscando la presencia física de Rodrigo para abrazarlo y entonces algo mágico sucede: sus almas están comunicadas, están abrazados, Rodrigo siente que son un solo corazón, dos almas compenetradas como un solo ser. Millaray también lo siente, entonces comienzan a comunicarse como lo hacían antes, usando los signos del amor, Millaray aprieta más y más contra su pecho las flores que impregnan en sus almas esencias, aromas y perfumes. Luego toma su collar de piedras azules y verdes y lo pone en dirección a los rayos del sol, éste devuelve el reflejo del collar hacia ellos cómo diminutos arco iris que forman una aura desde la negra cabellera de Millaray hasta la altura de Rodrigo.

Millaray comienza a despedirse, lo hace en el idioma que conocen sus almas: indica el sol y proyecta el dedo del medio contra el centro de la mano. Él comprende que es el tiempo, luego indica las flores, huele las fragancias y las esencias de ellas, indica los arcos iris que forman el aura, se lleva una mano al corazón y la otra al corazón de Rodrigo. En ese preciso momento, los espíritus de los antepasados de Millaray revelaron el significado de su nombre. Cuando Rodrigo lo supo, comprendió lo que le pasaba cada vez que ella se acerca y se alejaba de él, entendió todo, Millaray significa flor de oro, esencia y fragancia sutil.

Es entonces que desde las profundidades de sus almas emerge el idioma universal del amor, para decirles a Rodrigo y a Millaray que la magia del amor será el lazo que los tendrá unidos y que sus almas se encontrarán a través del tiempo y el espacio y que se reconocerán, porque donde sea y cuando sea que vuelvan a estar juntos, llegará a ellos el olor de tierra madre, las esencias de las flores y hierbas silvestres y diminutos arco iris aparecerán alrededor de sus cabelleras, uniéndolas con un aura.

Millaray se va y Rodrigo siente que también debe irse, no escucha voces pero siente que lo llaman, no desea estar solo, sabe que no soportará la soledad de los espacios estelares, sin embargo, obedece.

Nota: Extracto de la novela breve Lazos de amor en el tiempo. Estructurada en cuatro partes o secciones.
Les Dejo la primera parte compuesta por dos capítulos
          .


Índice

Primera Parte: Dos Continentes, dos Almas

Capítulo 1

Capítulo 2

Segunda Parte: Crónicas de Canela

Capítulo 1

Capítulo 2

Tercera Parte: Reencuentro en Barcelona

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Cuarta Parte: Los destinos se vuelven a cruzar

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3











lunes, 19 de marzo de 2012

Crónica de un terrorismo de Estado anunciado


Se han cumplido dos años de gobierno de la Alianza por Chile. La situación política, social y económica actual del país ya estaba anunciada desde el 17 de Enero del 2010, cuando su candidato a presidente, Sebastián Piñera, saliera elegido en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Chile, dónde se enfrentaron dos fuerzas políticas que, con diferentes matices defienden el mismo sistema político, social y económico.

Si bien es cierto que el Gobierno de la Concertación representó a los sectores que asumieron como propio el proyecto de la dictadura, aplicando algún parche para que siguiera todo igual, adscribiéndose plenamente al neoliberalismo y profundizando el modelo, sería necio no reconocer que hay una frontera que limita estas dos fuerzas políticas.

En tanto, la Alianza Por Chile representaba a los sectores más reaccionarios del capital interno, contando entre sus filas con los "herederos" del General Pinochet, gestores y cómplices junto con la CIA, del golpe de estado en Chile, autores y sostenedores de la dictadura que terminó con el estado de derecho, y por ende con la democracia en Chile dando inicio al período más siniestro y nefasto de nuestra historia; ministros, voceros y altos funcionarios de gobierno, hoy señorones de cuello y corbata, fueron otrora pijes y señoritos fascistas, militantes de Patria y Libertad y del Comando Rolando Matos.

Desde el primer día estaba anunciado que del gobierno de la Alianza Por Chile no se podía esperar absolutamente nada en beneficio del pueblo y de los trabajadores. Durante el gobierno de la concertación, la derecha más reaccionaria del capital interno, fue un obstáculo objetivo para implementar reformas sustanciales en cuestiones tan sensibles como Derechos Humanos, Legislación Laboral, Regulación Medioambiental, Fiscalización a los Fondos Previsionales.

La crónica del Chile que tenemos hoy, si bien comenzó anunciarse esa noche del 17 de Enero del 2010, comenzó a escribirse cuando el gobierno dio a conocer el gabinete "de excelencia" del presidente de Chile, Sebastián Piñera. En el discurso de la campaña presidencial Piñera dijo que iba trabajar a favor de los sectores vulnerables y necesitados, que iba a ir al rescate de clase media, lo que reiteró en el primer discurso como presidente. No obstante el gabinete "de excelencia" que presentó estaba conformado por la "flor y nata" del gran capital y por ende representaba los intereses de empresarios y gerentes nacionales y de las multinacionales.

En el gabinete de los "excelentes” no había un solo representante de la clase media, ni un solo trabajador y eso que según Piñera iba a gobernar para todos los chileno. Los trabajadores son la inmensa mayoría de los chilenos.

De lo anterior se desprende que todo lo que acontece hoy comenzó anunciarse desde los primeros días del gobierno de la Alianza por Chile, ya que considerando el elitismo del gabinete, su poca representatividad social y el carácter y contenido de clases de los partidos que conforman la Alianza, todas las medidas o reformas, sociales, políticas y económicas que han aplicado han ido en función de favorecer los intereses de la clase y sectores que representan. La esencia de la política neoliberal de libre mercado, la que han seguido desarrollando y profundizando, ha afectado aún más los trabajadores, los pensionados, estudiantes, dueñas de casas, pueblos aborígenes, y no los grandes monopolios, ni la alta burguesía.

                                                                     Piñera los tecnócratas y los políticos

Un año y medio después del primer gabinete, entraron a él los más duros y conocidos políticos de la coalición oficialista: Longueira, Chadwick, Allamand y Matthei. El Gabinete "de excelencia" fue sobrepasado por los movimientos sociales en Chile, que se fueron superando en rapidez, masividad y persistencia: la protesta regional de Magallanes, las movilizaciones contra el megaproyecto de HidroAysén, las marchas por los derechos de la diversidad sexual, los paros comunales de Calama, la protesta de Arica, las huelgas de los trabajadores del cobre (estatales y privados), los paros de los empleados fiscales, lucha de los mapuches por la recuperación de sus tierras y la reconquista de su autonomía, y el más masivo y de mayores efectos sociales, culturales y políticos, el movimiento por la educación pública cuya columna vertebral y principal componente son los estudiantes.

Las acusaciones realizadas por el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, sobre la articulación política del movimiento de puerto Aysén, son excusas para aplicar el terrorismo del estado, la represión a los movimientos sociales. Todos estos movimientos, todas las protestas y acciones de lucha por los derechos, reivindicaciones y demandas, como las que sostiene el Movimiento Social por la Región de Aysén, no son culpa de los comunistas como ha declarado el oficialismo, son la consecuencia de la política de gobierno, de la falta de voluntad, de la falta de dirección política para resolver las demandas de la población.

Si el gobierno no muestra la voluntad política para resolverlos, si además responde a estas demandas con represión, es porque resolver estas demandas va contra su esencia neoliberal, es decir en contra del neoliberalismo.

Los comunistas apoyamos todas las acciones de las organizaciones sociales que se planteen contra el régimen social y político imperante. Los comunistas no guardamos encubiertas nuestras ideas e intenciones, somos un partido de raigambre obrera, campesina e intelectual, inspirado por el pensamiento de Marx y Lenin. Nuestro objetivo inmediato es la unidad y en entendimiento de todos los actores sociales, organizaciones políticas y sociales, que conlleven al desarrollo de las luchas sociales para alcanzar un gobierno de nuevo tipo .Y seguiremos existiendo y luchando por el socialismo en el convencimiento de que otro mundo mejor es posible.



(*) Norton Contreras Robledo. Nació en Canela, Chile. Comunicador social, Poeta, Escritor. Miembro De La Sociedad De Escritores De Chile ( SECH) Integrante De Poetas Del Mundo. Miembro De la Red Mundial De Escritores (REMES por sus siglas en español). Asociación Internacional de Comunicadores y Periodistas chilenos en el exterior (AICPCH). Miembro De La Organización Cultural Víctor Jara



jueves, 8 de marzo de 2012

El Día de la Mujer y el centenario del Partido Comunista





Celebramos el Día Internacional de la Mujer en el año en que conmemoramos los cien años de vida del Partido Comunista de Chile, un partido de raigambre obrera, campesina e intelectual, inspirado por el pensamiento de Marx y Lenin.

Debe ser por esto que, al momento de comenzar esta nota, ha sido inevitable pensar en Gladys Marín, quién falleció un 6 de marzo y renació en las multitudes para celebrar el Día Internacional de la Mujer, renació en el mar de banderas rojas y rojinegras que cubrieron el cielo de Santiago ese 8 de marzo del 2005, renació en ese millar de personas que fueron a su funeral e hicieron que quedara registrado como unos de los más emotivos y multitudinarios de los últimos tiempos. Ese día el partido le iba a entregar una flor a Gladys y el pueblo de Chile le entregó miles de flores.

Hoy, siete años después, recuerdo las palabras que ella nos dijera alguna vez:

“En mi vida hay amores, personas, ideas que amé y amo a las cuales dedico mis días y mis pasos. He viajado mucho, pero siempre con mi corazón y mi mente puestos en un lugar, en una historia de la liberación de las cadenas de explotación e injusticia que atan la vida de mi pueblo y los pueblos. Pero cada día es un descubrimiento de rutas, un volver a nacer, un sumergirse, un respirar de nuevo para seguir haciendo camino.”



¿Cómo no recordar a Gladys en El Día Internacional de la Mujer Trabajadora, y en el año del centenario del Partido Comunista de Chile? Ella nos ha dejado un legado de consecuencia política, claro y concreto, un legado de lucha junto a los pobres, a los más desposeídos, una lucha por la libertad y la democracia popular y participativa, una lucha por el socialismo, una lucha por un mundo más justo y solidario.

“El mundo hay que enfrentarlo con irreverencia y protesta. ¿Tenemos que hacernos sentir quienes? Aquellos que señaló Martí: “los pobres de la tierra”. Si, los pobres que son ricos de espíritu. Tenemos que transformar la realidad porque sin transformaciones políticas radicales será imposible el desarrollo económico, la soberanía nacional y la paz en el mundo”, planteó claramente en La Habana el 12 de Marzo del 2004, en la imposición de la orden nacional “José Martí”.

Estas ideas de Gladys tienen un valor universal, siguen vigentes y quedaron en la conciencia y la voluntad del pueblo, que vio en su lucha la expresión más clara de sus esperanzas y de sus anhelos, tantas veces frustrados por la falta de democracia y de participación.

La mujer, luchando con esfuerzo, coraje y valentía, ha logrado y está logrando hacer valer sus derechos, sin la mujer la vida sería como la Vía Láctea sin astros, soles, estrellas

Este 8 de marzo, como hombre, como comunista y como poeta, en año del centenario del Partido Comunista de Chile, del cual Gladys fue su presidenta y secretaria general, saludo todas las mujeres, destacando la inolvidable y querida presencia de la compañera Gladys, en mi nombre y en el de mi partido, a mi manera, con algunos poemas.

Sin la mujer no existiría la poesía, porque la mujer en su esencia ya es un poema.

María Angélica en todos los tiempos


Recuerdo el día en que te conocí,

emerges desde el local del partido,

entre banderas rojas y consignas,

traes el momento cuando nuestras

miradas se encontraron.

Tu mirada me pareció altiva,

tu semblante el de una diosa coronada

con 18 primaveras.

Yo venía a la casa del partido

desde los cerros de Valparaíso,

de sus calles sin pavimentar y

sin alumbrado.

Fue el amor en tiempos de esperanzas,

íbamos soñando por la vida,

trabajando, cantando,

sembrando futuro.

Íbamos junto a las gentes, abrazado a la

cintura delgada de la patria,

destino tomado en nuestras manos.

De norte a sur, habríamos surcos

en la tierra, sembrando semillas.

La patria daría los frutos

a todos sus hijos germinales.

Después el amor en los tiempos de lucha,

la muerte, llegó de la mano de los

cuatro generales traidores.

llegó al alba, en las sombras,

rompiendo los secretos de la noche.

Sólo eres tú la que perdura.

Eternamente tu, aquí y ahora.

Tú , sólo tú en todos los tiempos...

en los tiempos de amor y desamor

en los tiempos de paz y de lucha.

En los tiempos de hambre,

de comida escasa en la mesa,

tu alma multiplicaba el pan y los peces.

En los tiempos de bienestar,

de tus manos salían volando

como los pájaros del nido,

las uvas el pan y el vino.

María Angélica, en todos los tiempos.

Te conocí en la casa del partido.

Muchos sueños e ilusiones vuelan atomizados

por los espacios estelares.

Solo mi partido ya centenario permanece.

Solo tú permaneces en todos mis sueños

en todas mis ilusiones,

en todos mis días y mis noches.

Tú, eternamente tú.

A mi lado.

Nocturno a una poeta


Hay sueños despiertos en el pliegue de la noche.

Como una congregación de luciérnagas siderales,

las estrellas iluminan el firmamento.

Una ilusión insomne

trata de conciliar el sueño.

Bajo el claro de luna,

después de un largo día,

las sombras de los cansados álamos

dormitan en el fondo del río.

La casa, adivinando tu ausencia

mira hacia el campo

buscando tu presencia entre los árboles,

entre el arroyo que va saltando de peña en peña,

en el río que sueña el encuentro con la mar.

Pero tú no estás entre los árboles,

no estás en el arroyo o en el río

ni tras las montañas que cada día

paren piedras resplandecientes.

Tú estás en el valle de rosas y lavandas,

en un lecho de hojas de hierbas

yaces desnuda a mi lado.

Bajo el claro de luna, tu cuerpo iluminado

y en actitud de entrega

es la noche estrellada abierta al firmamento.

Mi boca a tu boca, como el pasto al rocío,

tu boca a la mía como tentadora fruta

del árbol de la vida.

Nos besamos queriendo saciar

la sed de amor,

el deseo y pasión

en la conjugación de nuestros labios.

Tú cabellera al viento juega con la brisa.

Tu cuerpo es la prolongación de tu esencia

reflejada en mis sueños.

Me deslizo por él lentamente.

Descubro los misterios escondidos

en tu mundo de ensueños.

Bajo caricia a caricia,

cubriendo beso a beso

todo el territorio de tus deseos ,

despertando la pasión

de los volcanes que habitan en ti.

Bajo el claro de luna,

tu cuerpo iluminado

y en actitud de entrega

es la noche estrellada

abierta al firmamento.

Y en tono cómplice

nos habla el universo.



Asignatura Pendiente



Sueño la esperanza, la utopía.

Que renazca la historia,

el legado político

de los que ayer cayeron.

Que los que aún en estos tiempos

siguen con las ideas, los valores

y el deseo de reinventar y cumplir

la asignatura pendiente que tenemos con

Salvador Allende,

Miguel Enríquez,

Gladys Marín,

Lumi Videla

Víctor Jara,

y todos los caídos en la lucha,

se multipliquen como

los peces, los panes,

las semillas de las

flores silvestres.

Y que se remuevan las conciencias,

que la gente despierte

de este falso sueño de

espacios vacíos,

laberintos sin sentido

valores de hojarascas.

Sueño con tenerte a mi lado,

junto a las gentes,

en medio de banderas,

cantos, consignas.

Gritando rebeldía

desde el alma.

Sembrando

futuros

estelares

en las profundidades

de la vida.

De donde nos contempla

a través de los hijos del futuro

una nueva alborada germinada.

Sueño con semillas

en tu alma,

con frutos que

nacen de tu vientre.

Nunca he estado ahí

Nunca he estado ahí...

pero estaré algún día,

en tu tierra y en tu cielo,

Caminaré por las calles

en busca de tus pasos,

y en la plaza del pueblo

me sentaré un momento

a mirar los lugares

que desde ahí contemplas,

los aprenderé de memoria

y los guardaré para verte

en ellos cuando no estés conmigo.

Nunca he estado ahí….

pero estaré algún día,

para verte a escondidas

para espiar tus pasos

para ver tu andar por esas

calles tan tuyas.

Porque todo lo abarcas

y porque donde caminas

vas dejando tu esencia.

Nunca he estado ahí….

pero estaré algún día

para oler tu brisa,

para sentir esencias

de rosas y lavandas,

impregnadas en tu piel

como el agua en el río

Nunca he estado ahí…

pero estaré algún día.

Sin que me veas

sin que lo sospeches

y desde una esquina

esperare que llegues

para decirte.....

nunca estuve aquí

pero he llegado...

me trajeron tus ojos,

tu pelo y tu sonrisa

y tu dulce mirada

que hoy encuentra la mía.

Y no me iré de ahí,

no vendré de regreso

sin robarte un beso.

Porque oler tu brisa

acariciar tu pelo,

contemplar tu sonrisa

en tus ojos de cielo,

y no besarte en la boca,

y no sentir el sabor de tus labios

sería un sacrilegio.......

El amor es un milagro,

y tu boca y ese beso tuyo

es fruta madura

del árbol de la vida.



La certidumbre: tu ausencia



No sé cuantos días y noches

tardaré en olvidarte,

en el intento iré borrando

las imágenes, las palabras,

los recuerdos y momentos

que dejaste abandonados

cuando emprendiste el vuelo.

Aquí me quedo

hablándole al silencio.

Cuando las palabras sólo alcanzan

para evocar el rencor y la rabia,

ante el abandono imprevisto,

sin una misiva,

pero anunciado en las ausencias,

adivinado en los silencios,

percibido en las miradas esquivas

y las caricias rechazadas,

hasta el día en que fue sacando

sus pertenencias del armario,

su foto de la mesita de noche,

hasta el día que fue dejando

los recuerdos en las paredes,

la certidumbre de su ausencia,

para salir del cuarto

sin volver la vista atrás.

Cuando las palabras sólo alcanzan

para testimoniar el luto

entonces es mejor mirar hacia atrás

hacia un pasado lejano

Todo era más fácil en esos días

cuando mis pasos

iban por caminos polvorientos,

por cerros, valles y montes,

paciendo cabras y ovejas.

Todo era más fácil

cuando sentado bajo la sombra de un árbol

trataba de descifrar ese montón de garabatos

en los libros de mis hermanas.

Es bueno acordarse de esos tiempos,

del pan candeal recién salido del horno,

de la mantequilla que hacía mi madre,

y de los trigales esperando la siega,

ser llevados a la era para ser trillados.

Después de la trilla,

cuando el trigo era el pan

de día venideros esperando en la era,

en el patio de la casa

mi madre servía la comida, el pan y el vino.

Es bueno acordarse de esos tiempos

Mi padre era la ausencia

percibida desde días lejanos.

Después el canto y la guitarra

amenizaban el resto de la tarde,

la poesía llegaba en la voz de un poeta popular,

o de un payador improvisando un recitado

en rima, cantando acompañados de una guitarra.

Al final todos bailando la cueca.

Fue en esa época y en esos lares

mis primeros contactos con la poesía,

fue en esos días en que mirando bailar la cueca

adiviné el asedio amoroso

de un hombre a una mujer,

el arte de seducir.

¡Ay , mujer como te extraño!

Aquí me quedo

en la certidumbre de tu ausencia,

hablándole al silencio.

La despeinada

Llegó a través de mi poesía,

yo andaba a la deriva,

iba en barlovento,

sin rumbo, sin destino,

sin encontrar un puerto

en el que anclar mis días.

Mi existencia, prolongación del recuerdo,

las sombras de un amor ausente,

enlutaban las horas.

Igual que hoy, en Malmö,

diciembre venía anunciando

la llegada del invierno.

Ella venia despeinada

melena al viento,

su cabello meciéndose en la brisa,

un mechón caído sobre su frente

le daba una expresión de bondad y ternura.

Mis ojos se recrearon en su pelo,

y comenzaron a caminar por él.

era oscura la senda que traía en mis pasos

cuando entré en los laberintos de sus cabellos.

Peregrino insomne,

caminé noche y día

tejiendo poemas...

Caminé y caminé

por los cabellos despeinados,

y en la senda oscura de mis pasos

fue amaneciendo la clara luz de su mirada.





Norton Contreras Robledo nació en Chile, en el pueblo campesino de Canela (Norte chico) en 1948. Sus primeros oficios fueron el de labrador y pastor. Es integrante de Poetas del Mundo. Miembro De la Red Mundial de Escritores en Español: REMES. Asociación Internacional de Comunicadores y Periodistas chilenos en el exterior: AICPCH. y de la Organización Cultural Víctor Jara. Es Comunicador Social. Colaborador de Panorama Cultural en Suecia, y Kaosenlared.net. Colabora con Rodelu- Suecia, Redacción Popular, Rebelión, revistapuntosuspensivo- Chile , Cultura Libre.cl, Pata de liebre.cl , Critica .cl, Fortín Mapocho, Aporrea.org, Puebloalzao y Encontrarte de Venezuela, Indymedia.org . y otros medios de comunicación alternativa. Cultiva el cuento y la poesía. Escribe artículos, culturales y políticos. Los que han sido publicados en la prensa escrita, Liberación, (Suecia), Tribuna Popular, (Venezuela), y páginas y diarios digitales. Inició sus estudios en la Facultad de Educación Y Letras de La Universidad de Chile., que fueron dramáticamente interrumpidos por el golpe de Estado de 1973. Vivió en Argentina entre los años 1975-1978. Ese año fue detenido y expulsado del país, por el gobierno militar del general Videla. Realizó estudios de Psicología Social, Historia y Filosofía, en la Academia de Ciencias Políticas, en Sofía, Bulgaria (1981-1982).

Reside en Suecia desde hace 30 años. En el período 1996-2007, trabajó en los archivos de la Ciudad de Malmö, perteneciente al organismo Kultur Malmö, que incluye la gestión de museos, bibliotecas, archivos y galería de arte

Actualmente esta terminando el proyecto poemario “Cantos en tiempos de amor y de guerra” que en agosto de 2008 va a ser editado por:

Otra Dimensión Editores (Belgeuse Grupo Editorial) C/ Alberto Aguilera, 35 – 2º Centro. 28015 Madrid. TEL: +34 91 548 93 53 / info@belgeuse.org / www.belgeuse.org

robledo2008@hotmail.com